Wednesday, December 08, 2010

Uma carta natalina

Um querido amigo enviou-me o texto que se segue, de sua autoria, e acaba de ser publicado em revista universitária. Algum dia terei de contar aqui alguns episódios da vida deste argentino de coração português - do Portugal "de antigamente", como faz questão de sublinhar -, fluente na nossa língua, conhecedor da nossa História, admirador de Salazar, repórter em Angola, que percorreu de lés a lés em 1973, etc. Por agora fiquemos com a reflexão deste fervoroso católico sobre o significado do Natal nos dias que correm.

CARTA NAVIDEÑA

En este tiempo en el que se acerca la fiesta más grande del mundo cristiano he sentido el impulso de compartir algunas reflexiones sobre como se ve hoy en nuestra sociedad civil el festejo de la Natividad.

En las lejanas épocas de mi niñez la figura central, en todos los hogares era el Nacimiento, y el momento más importante era aquel en el los chicos de la casa, los más pequeños, de la mano de nuestras madres colocábamos al Niño Jesús en el retablo.

Siempre me emocionó, y todavía me emociona, el mirar el comienzo de la vida en sus dimensiones, humana y sobrenatural, que significa en advenimiento del Redentor.

Recuerdo con ternura el sagrado relato de la Noche Buena, la llegada de los pastorcitos, la estrella que guió a los tres reyes magos.

Por ese entonces me producía temor la siniestra sombra de Herodes que se cernía sobre la Sagrada Familia.

Aquellas sensaciones que me llegan desde los días de mi dorada inocencia cobran hoy otra dimensión.

Ha corrido mucha agua bajo los puentes, y la correntada se fue llevando la sacralidad. Actualmente en los escaparates ves muchos arbolitos y Papás Noel por todos lados, en los medios es lo mismo, Papá Noel, Papá Noel, pero del Niño Dios nada o casi nada.

La desacralización de la vida cotidiana ha logrado que la ola relativista arrastre lejos de los corazones el verdadero sentido navideño. hasta convertir la fiesta en un hecho comercial casi totalmente despojado de su realidad trascendente.

Pero lo más grave es que las cohortes de Herodes han regresado para remeditar la degollación de los Santos Inocentes, ya no cubren sus cuerpos con corazas ni esgrimen espadas, visten ropas quirúrgicas y empuñan escalpelos. O utilizan tubos de ensayo para preparar, en el misterio de los laboratorios, drogas letales para segar las vidas de los niños en los vientres de sus madres. Los escribas de hoy se sientan en nuestro parlamento para pergeñar el genocidio del que no hablan los rentistas de los derechos humanos

Por eso en la Noche Buena no sólo veré al Niño vivo, también veré la amenaza de la mano criminal.

Tal vez quien lea esta líneas las considere provocadoras, y eso porque efectivamente lo son.

La opción actual es Jesús o Herodes. Yo estoy con Jesús.

¿Usted?

Juan Carlos Landó

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